domingo, 4 de septiembre de 2011

La necesidad de creer y la tradicion popular...

Identidad, memoria y arquetipos...

 "El sujeto debe hacer un inmenso esfuerzo para no ser devorado por el no-ser, es decir, la muerte que continuamente amenaza. Normalmente no percibimos el inmenso esfuerzo que hacemos para seguir siendo. Ello acontece en la medida en que no nos cuestionamos el sentido de nuestra vida , o ésta se nos aparece con sentido. Se toma conciencia de ello cuando hace crisis el sentido.
Cuando sentimos que nuestra vida tiene sentido estamos bien, alegres, contentos. La vida se desliza placenteramente o, al menos, sin grandes dificultades. No nos parece que hagamos esfuerzo alguno para seguir siendo, para vivir. Lo menos que pensamos es que todos los dias hacemos un inmenso esfuerzo contra los poderes de la muerte que nos acecha sin cesar.
 Pero cuando acontece la perdida inesperada de un ser querido, como de un hijo o una hija, todo cambia. En esos momentos se tiene la sensacion de que nada tiene sentido y que vivir implica un inmenso esfuerzo. Ronda entonces la tentacion del suicidio. No por nada San La Muerte es uno de los grandes simbolos que ronda constantemente en los sectores populares.
Ello ocurre porque somos seres diacronicos, no sincronicos. Seres historicos, temporales. No somos lo que somos o, mejor, nunca somos plenamente. Siempre queremos ser mas de lo que somos, o pretendemos ser plenamente, sentirnos bien, ser felices. Nunca lo logramos plenamente, lo que significa que nunca somos plenamente nosotros."

San La Muerte, de generacion en generacion: tradicion y creatividad popular

 "En los simbolos como el que nos ocupa, en donde no hay una institucion que lo administre, imponga o difunda, sino que, conrariamente, desde las instituciones y desde diversos espacios se lo trata de disminuir o relegar al lugar de mera supersticion -atribuyendo su fama a la ignorancia de quienes le rinden tributo-, la transmision oral cumple un papel destacado, no tan solo en la prolongacion de la creencia de generacion en generacion sino tambien -y sobre todo- en la constante creacion y recreacion del simbolo. Por otra parte, a la no institucionalizacion se le suma el hecho de que los escritos sobre este culto son notablemente escasos, buena parte de ellos reiteran la version folclorica sobre el santoral correntino y todos datan de los ultimos treinta años. Si consideramos que a estos pocos y recientes escritos -dado que estamos hablando de un culto que, cualquiera sea el origen que se privilegie, no tiene menos de tres siglos- no accede practicamente ninguno de los fieles, resulta claramente trascendental el papel que ha desempeñado la transmision oral, la narracion de generacion en generacion."

No importa quien es... sino qué significa...

"Un santo cuyo origen no ha sido fehacientemente descubierto, del que se sabe poco y nada, al punto de que buena parte de los creyentes titubean al responder quien fue San La Muerte, afirmando luego que es Dios, Jesus de la buena muerte, los huesos de Jesucristo, un rey, un abogado, San Justo o, simplemente, un grande, un genio, un mago, etc. Un santo -deciamos- que no esta canonizado por ninguna institucion, que no es difundido por los medios masivos de comunicacion y cuyo culto depende exclusivamente de la raigambre de la creencia en los fieles no puede sobrevivir el paso de mas de tres siglos si no se halla en el nucleo identitario de quienes se reunen en torno a el.
Observado desde afuera, resulta paradojico sino incomprensible que nadie sepa certeramente quien es y se crea tanto en el. Esta paradoja desaparece al ingresar en el mundo de sus creyentes. No es una preocupacion siquiera menor el indagar, el saber, ni tan solo el preguntarse quien fue San La Muerte. No importa quien haya sido sino qué significa."

Un santo respeto

"San La Muerte despierta en sus seguidores y creyentes, aunque tambien en muchos de sus timidos detractores, un imponente y obstinado respeto. Respeto que asume formas de veneracion y prudencia en los primeros, y de temor y desconfianza en los segundos. Rezarle, pedirle o prometerle a San La Muerte no es nunca un juego, tanto menos un deporte, pero ni siquiera constituye una rutina. Se debe ser muy medido en los pedidos y mucho mas aun en las promesas. Es, practicamente, la unica exigencia atribuida a este santo. La mesura a la hora de prometer y de pedir está intimamente relacionada a un deber que asume con notable responsabilidad el devoto de San La Muerte: "Se le debe cumplir". "

Un santo con pocos requisitos...

" San La Muerte es un santo que no pide credenciales. No hay una moralidad abstracta y a priori que haya que respetar sino una etica concreta y cercana que se vive. A San La Muerte no se le pide una felicidad eterna por los siglos de los siglos sino que se le encomienda que quien en amor engaña se vuelva perdedor. No exige comportamientos ejemplares ni actitudes altruistas, no soborna a sus fieles con donaciones abundantes ni sacrificios sobrehumanos. No amenaza en vano ni concibe el perdon como un valor exaltable. Solo exige que se le cumpla. Luego, asi como seamos, asi nos acepta.
Ese margen de tolerancia no muy frecuente en el santoral oficial vuelve a este culto posible para ese mundo no burgues con el que convive pero que no es esclavo del mundo moderno; su etica coexiste pero no es sumisa a la moral burguesa.

fragmentos de la obra "Simbolos y fetiches religiosos en la construccion de la identidad popular"

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